Pablo MW dice:
Se pesque o no se pesque, un paseo por estos rincones de viento, sol y lava siempre es un
espectáculo. Pero si además te encuentras de frente con alguno de sus voraces moradores el
placer se multiplica hasta puntos insospechados.
Aquel día salimos dos buenos amigos a darnos un paseo por allí. Primero en barco. Un rato
corto, en mala hora, pero cuando se va con ganas y muestras innovadoras el resultado suele
ser más o menos positivo.
La marea era fuerte y el viento incómodo habitual en esta época del año. Los petos (wahoos)
no nos dejaban en paz y se merendaban un jig detrás del otro, un vinilo o lo que se aventurase
por aquellas aguas.
Cuando empezamos tuvimos la suerte de encontrarnos de frente con un banco de sierrotes
dándose un festín cerca de la superficie. Fue el reflejo de las escamas en suspensión y los
cientos de peges atravesando el agua como misiles lo que llamó la atención de Manolo. Nos
acercamos con mimo, colamos los jigs en el berenjenal que había montado y a los pocos
segundos estábamos pegados con una sierra con pocas ganas de venirse a cenar. Y entre la
resistencia que opuso, lo bien que había tragado y los dientes que tiene mi niña, cortó el bajo
en la últimas carreras junto al barco. Nos paso un par de veces más!
Y cuando el tiempo se nos acababa (había que hacer algo de cena, pescado con verdura o
verdura sola) uno de los vinilitos que aquel día pasearon por aquellos fondos de lava encontró
un buen amigo, uno de esos que todos queremos tener al otro lado de la línea.
La Sakura Mazzera respondió. No le cedí un metro de hilo y eso que las primeras carreras fueronrozando roca. cuando al fin conseguí ponerlo mirando al cielo respiré más tranquilo. Fueron unos
minutos deliciosos. Iba bastante finesse, con bajo de 0.52mm seagar FXR y trenza de 30lbs.
para esa caña no hace falta irse a más.
Total que cenamos 17, unos filetes de mero que sabían a gloria bendita y una sopa de echarse
a llorar sabiendo que tiene que pasar un año para repetir......
Al día siguiente salimos a dar un paseo costeando a pie. Paseos de los buenos, sin jeep ni
mariconadas. A buen ritmo y siempre con la esperanza como como aliento extra. Probamos
por todas partes y muchos vinilos murieron en el camino, pero fue al final, en unas rocas que
Manolo conocía donde pegamos un par de piezas alucinantes. Un pejerrey (Anjova) que que
pasaría de los 10 kilos que acabó partiendo el bajo contra el cantil, y un par de Samas Guachilangas
(dentones) de las buenas. Una de ellas , entre 6-7 kg se nos fue teniéndola a nuestros pies cosas
del destino. Había tragado el vinilo hasta el mismísimo píloro y aunque acortamos la pelea
a apenas un minuto nos partió cuando la tocábamos.
Aun así la otra que salió, más pequeña, era preciosa, con unos colores azules que la cámara
no es capaz de reflejar.
Total, que estoy esperando con unas ganas que no me tengo la oportunidad de repetir y
compartir con super Manolo otra experiencia pesqueril del pelo.........
Buena pesca!! enhorabuena a Pablo.
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